Nahúm  2, 3-12

(2:4)

La caída de Nínive

El escudo de sus guerreros es rojo, los soldados visten de púrpura; están listos para el combate, empuñan las lanzas º. El acero de los carros flamea como fuego; (2:5) recorren vertiginosos los caminos, se precipitan por las plazas; parecen antorchas encendidas, que se agitan como relámpagos. (2:6) [El rey] pasa revista a sus capitanes que se atropellan en su marcha al correr hacia la muralla para asegurar el parapeto. (2:7) Las esclusas de los canales son forzadas, el palacio se desploma. (2:8) La reina º, descubierta, es deportada; sus esclavas se golpean el pecho y gimen igual que palomas. (2:9) Nínive es como un estanque cuyas aguas se escapan º. ¡Deténganse, deténganse! Mas nadie se da la vuelta. (2:10) ¡Saqueen la plata, saqueen el oro! El tesoro es magnífico, los objetos preciosos incontables. (2:11) Destrucción, vacío y devastación, corazones desfallecidos, rodillas temblorosas, entrañas estremecidas, rostros demudados. º (2:12) ¿Dónde está la guarida de los leones? En ella los cachorros se alimentaban; al salir el león, quedaba la leona para que nadie atemorizara a los cachorros. (2:13) Desgarraba el león la presa para sus cachorros, la despedazaba para sus leonas y llenaba de caza sus guaridas, de carne fresca sus cuevas.
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