Romanos  3, 20-31

A nadie, en efecto, restablecerá Dios en su amistad º por la observancia de la ley, pues la misión de la ley es hacernos conscientes del pecado. º

La fe como fuente de salvación

Pero ahora, la fuerza salvadora º de Dios de la que dan testimonio la Ley y los Profetas, se ha manifestado con independencia de la ley. º Fuerza salvadora de Dios que alcanza a todos los creyentes por medio de la fe en Jesucristo. A todos sin distinción, puesto que todos pecaron y todos están privados de la gloria divina º. º Pero Dios, por su benevolencia, los restablece en su amistad * de forma gratuita mediante la liberación º realizada por Jesucristo, a quien Dios ha hecho, para quienes creen en su muerte, instrumento de perdón º. Así, cuando perdonó los pecados cometidos en el pasado, puso de manifiesto su fuerza salvadora º, ya que es un Dios indulgente. Pero es sobre todo en el momento presente cuando despliega su fuerza salvadora al ser el Dios salvador que salva º a cuantos creen en Jesús. ¿Dónde queda, pues, el orgullo humano? Ha sido desmantelado. Y no por la observancia de la ley, sino en razón de la fe. Sostengo, en efecto, que Dios restablece en su amistad al ser humano mediante la fe y no por la observancia de la ley. ¿Acaso Dios es solamente Dios de los judíos? ¿No lo es también de los demás pueblos? Sin duda que lo es también de los demás pueblos, ya que existe un solo Dios que restablece en su amistad a todos los que tienen fe, tanto circuncisos como incircuncisos. Pero ¿no estaremos destruyendo el valor de la ley al dar tanta fuerza a la fe? ¡De ningún modo! Más bien estamos consolidando la ley. º
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