Genesis 23, 1-9


La tumba de los Patriarcas.
Sara vivió ciento veintisiete años. Murió Sara en Quiriat Arbá —que es Hebrón— en el país de Canaán, y Abrahán hizo duelo por Sara y la lloró.
Dejó después Abrahán a la difunta y fue a hablar con los hijos de Het en estos términos: «Yo soy un simple forastero que reside entre vosotros. Dadme una propiedad sepulcral entre vosotros, para retirar y sepultar a mi difunta.» Respondieron los hijos de Het a Abrahán: «A ver si nos entendemos, señor; tú eres un prestigioso jeque entre nosotros. Sepulta a tu difunta en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de nosotros te negará su sepulcro, para que entierres a tu difunta.»
Abrahán se levantó e hizo una reverencia a los paisanos, a los hijos de Het, y les habló en estos términos: «Si estáis de acuerdo con que yo retire y sepulte a mi difunta, escuchadme e interceded por mí ante Efrón, hijo de Sójar, para que me dé la cueva de Macpelá, que es suya y que está al borde de su finca. Que me la dé por lo que valga en propiedad sepulcral entre vosotros.»
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