Genesis 37, 1-23

Jacob, por su parte, se estableció en el que fue país residencial de su padre, el país de Canaán.

IV. Historia de José
José y sus hermanos.
Ésta es la historia de Jacob.
José tenía diecisiete años. Estaba de pastor de ovejas con sus hermanos —él, muchacho todavía—, con los hijos de Bilhá y los de Zilpá, mujeres de su padre. Y José comunicó a su padre lo mal que se hablaba de ellos.
Israel amaba a José más que a todos sus demás hijos, por ser para él el hijo de la ancianidad. Le había hecho una túnica de manga larga. Vieron sus hermanos cómo le prefería su padre a todos sus otros hijos, y le aborrecieron hasta el punto de no poder ni siquiera saludarle.
José tuvo un sueño y lo manifestó a sus hermanos, quienes le odiaron más aún. Les dijo: «Oíd el sueño que he tenido. Me parecía que nosotros estábamos atando gavillas en el campo, y de pronto mi gavilla se levantaba y se tenía derecha, mientras que vuestras gavillas le hacían rueda y se inclinaban hacia la mía.» Sus hermanos le dijeron: «¿Será que vas a reinar sobre nosotros o que vas a tenernos domeñados?» Y acumularon todavía más odio contra él por causa de sus sueños y de sus palabras. Volvió a tener otro sueño, y se lo contó a sus hermanos. Díjoles: «He tenido otro sueño: Resulta que el sol, la luna y once estrellas se inclinaban ante mí.» Se lo contó a su padre y a sus hermanos, y su padre le reprendió y le dijo: «¿Qué sueño es ése que has tenido? ¿Es que yo, tu madre y tus hermanos vamos a venir a inclinarnos ante ti hasta el suelo?» Sus hermanos le tenían envidia, mientras que su padre reflexionaba.

José vendido por sus hermanos.
Fueron sus hermanos a apacentar las ovejas de su padre en Siquén, y dijo Israel a José: «Mira, tus hermanos están pastoreando en Siquén. Ve de mi parte adonde ellos.» Dijo: «Estoy listo.» Díjole: «Anda, vete a ver si tus hermanos siguen sin novedad, y lo mismo el ganado, y tráeme noticias.» Lo envió, pues, desde el valle de Hebrón, y José fue a Siquén.
Se encontró con él un hombre mientras iba desorientado por el campo. El hombre le preguntó: «¿Qué buscas?» Contestó: «Estoy buscando a mis hermanos. Indícame, por favor, dónde están pastoreando.» El hombre le dijo: «Partieron de aquí, pues yo les oí decir: “Vamos a Dotán.”» José fue detrás de sus hermanos y los encontró en Dotán.
Ellos lo vieron de lejos y, antes que se les acercara, conspiraron contra él para matarlo, y se decían mutuamente: «Por ahí viene el soñador. Vamos a matarlo y lo echaremos en un pozo cualquiera, y diremos que algún animal feroz lo devoró. Veremos entonces en qué paran sus sueños.»
Rubén lo oyó y pensó en librarle de sus manos. Dijo: «No atentemos contra su vida.» Y añadió: «No derraméis sangre. Echadle a ese pozo que hay en el páramo, pero no pongáis la mano sobre él.» Su intención era salvarlo de sus hermanos para devolverlo a su padre. Entonces, cuando llegó José donde sus hermanos, éstos despojaron a José de su túnica —aquella túnica de manga larga que llevaba puesta—,
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