I Crónicas 21, 18-28


Se erige el altar.
Entonces el ángel de Yahvé dijo a Gad que diera a David la orden de subir para alzar un altar a Yahvé en la era de Ornán el jebuseo. Subió David, según la palabra que Gad le había dado en nombre de Yahvé. Ornán, que estaba trillando el trigo, se volvió y, al ver al ángel, él y sus cuatro hijos se escondieron. Cuando David llegó junto a Ornán, miró Ornán y, viendo a David, salió de la era y postróse ante David, rostro en tierra. Dijo David a Ornán: «Dame el sitio de esta era para erigir en él un altar a Yahvé —dámelo por su justo valor en plata— para que la plaga se retire del pueblo.» Respondió Ornán a David: «Tómalo, y haga mi señor el rey lo que bien le parezca. Mira que te doy los bueyes para holocaustos, los trillos para leña y el trigo para la ofrenda; todo te lo doy.» Replicó el rey David a Ornán: «No; quiero comprártelo por su justo precio, pues no tomaré para Yahvé lo que es tuyo, ni ofreceré holocaustos de balde.» Y David dio a Ornán por el sitio la suma de seiscientos siclos de oro.
David erigió allí un altar a Yahvé y ofreció holocaustos y sacrificios de comunión e invocó a Yahvé, el cual le respondió con fuego del cielo sobre el altar del holocausto. Entonces Yahvé ordenó al ángel que volviera la espada a la vaina. En aquel tiempo, al ver David que Yahvé le había respondido en la era de Ornán el jebuseo, ofreció allí sacrificios.
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