I Juan 1, 8-10


Primera condición: romper con el pecado.
Si decimos: «No tenemos pecado»,
nos engañamos
y la verdad no está en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados,
fiel y justo es él
para perdonarnos los pecados
y purificarnos de toda injusticia. Si decimos: «No hemos pecado»,
le hacemos mentiroso
y su palabra no está en nosotros.
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