I Juan 3, 2-3

Queridos,
ahora somos hijos de Dios
y aún no se ha manifestado todavía lo que seremos.
Sabemos que, cuando se manifieste,
seremos semejantes a él,
porque le veremos tal cual es.
Primera condición: romper con el pecado.
Todo el que tiene esta esperanza en él
se purifica, porque él es puro.
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