I Macabeos 2, 29-38


La prueba del sábado en el desierto.
Por entonces muchos, preocupados por la justicia y la equidad, bajaron al desierto para establecerse allí con sus mujeres, sus hijos y sus ganados, porque los males duramente los oprimían. La gente del rey y la tropa que estaba en Jerusalén, en la Ciudad de David, recibieron la denuncia de que unos hombres que habían rechazado el mandato del rey habían bajado a los lugares ocultos del desierto. Muchos corrieron tras ellos y los alcanzaron. Los cercaron y se prepararon para atacarles el día del sábado. Les dijeron: «Basta ya, salid, obedeced la orden del rey y salvaréis vuestras vidas.» Ellos les contestaron: «No saldremos ni obedeceremos la orden del rey de profanar el día de sábado.» Asaltados al instante, no replicaron ni arrojando piedras ni atrincherando sus cuevas. Dijeron: «Muramos todos en nuestra rectitud. El cielo y la tierra son testigos de que nos matáis injustamente.» Los atacaron, pues, en sábado y murieron ellos, sus mujeres, hijos y ganados: unas mil personas.
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