I Macabeos 2, 49-68


Testamento y muerte de Matatías.
Los días de Matatías se acercaban a su fin. Dijo entonces a sus hijos:
«Ahora reina la insolencia y la reprobación,
es tiempo de ruina y de violenta Cólera.
Ahora, hijos, mostrad vuestro celo por la Ley;
dad vuestra vida por la alianza de nuestros padres.
Recordad las gestas que en su tiempo realizaron nuestros padres;
alcanzaréis inmensa gloria, inmortal nombre.
¿No fue hallado Abrahán fiel en la prueba
y se le reputó por justicia?
José, en el tiempo de su angustia, observó la Ley
y vino a ser señor de Egipto.
Pinjás, nuestro padre, por su ardiente celo,
alcanzó la alianza de un sacerdocio eterno.
Josué, por cumplir su mandato,
llegó a ser juez en Israel.
Caleb, por su testimonio en la asamblea,
obtuvo una herencia en esta tierra.
David, por su piedad,
heredó un trono real para siempre.
Elías, por su ardiente celo por la Ley,
fue arrebatado al cielo.
Ananías, Azarías, Misael, por haber tenido confianza,
se salvaron de las llamas.
Daniel, por su rectitud,
escapó de las fauces de los leones.
Advertid, pues, que de generación en generación
todos los que esperan en Él jamás sucumben.
No temáis amenazas de hombre pecador:
su gloria parará en estiércol y gusanos;
estará hoy encumbrado y mañana no se le encontrará:
habrá vuelto a su polvo
y sus maquinaciones se desvanecerán.
Hijos, sed fuertes y manteneos firmes en la Ley,
que en ella hallaréis gloria.
Ahí tenéis a Simeón, vuestro hermano. Sé que es hombre sensato; escuchadle siempre: él será vuestro padre. Tenéis a Judas Macabeo, valiente desde su mocedad: él será jefe de vuestro ejército y dirigirá la guerra contra los pueblos. Vosotros, atraeos a cuantos observan la Ley, vengad a vuestro pueblo, devolved a los paganos el mal que os han hecho y observad los preceptos de la Ley.»
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