I Reyes 12, 1-19


III. Secesión política y cisma religioso
La asamblea de Siquén.
Roboán fue a Siquén, porque todo Israel había ido a Siquén con objeto de proclamarle rey. Cuando se enteró Jeroboán, hijo de Nebat, —estaba todavía en Egipto, adonde había huido del rey Salomón para establecerse allí— después que enviaron a llamarle, Jeroboán llegó con toda la asamblea de Israel y hablaron a Roboán diciendo: «Tu padre hizo pesado nuestro yugo; aligera tú ahora la dura servidumbre de tu padre y el pesado yugo que cargó sobre nosotros, y te serviremos.» Él les dijo: «Marchaos todavía durante tres días y volved luego a mí». El pueblo se fue.
El rey Roboán se aconsejó con los ancianos que habían servido a su padre Salomón en vida de éste: «¿Cómo me aconsejáis que dé respuesta a este pueblo?» Le dijeron: «Si hoy tú te conviertes en servidor de este pueblo y les sirves a ellos y les ofreces buenas palabras, ellos serán tus siervos por siempre.» Pero él ignoró el consejo que los ancianos le ofrecían y buscó consejo entre los jóvenes que se habían criado con él y estaban a su servicio. Les dijo: «¿Qué me aconsejáis que responda a este pueblo que me ha hablado diciendo: “Aligera el yugo que tu padre puso sobre nosotros”?» Los jóvenes que se habían criado con él respondieron: «Esto debes contestar a este pueblo que te ha dicho: “Tu padre hizo pesado nuestro yugo; aligera tú ahora nuestro yugo”, esto debes contestar: “Mi dedo meñique es más grueso que los lomos de mi padre.
Mi padre os impuso un yugo pesado,
yo añadiré peso a vuestro yugo;
mi padre os azotaba con látigos,
yo os azotaré con escorpiones”.»
Al día tercero, Jeroboán y todo el pueblo vinieron a Roboán, como había dicho el rey: «Volved a mí al tercer día.» El rey respondió al pueblo con dureza, ignorando el consejo que los ancianos le habían dado, y les habló según el consejo de los jóvenes, diciendo:
«Mi padre hizo pesado vuestro yugo,
yo añadiré peso a vuestro yugo.
Mi padre os azotaba con látigos,
yo os azotaré con escorpiones.»
(No escuchó el rey al pueblo, pues se trataba de algo dispuesto por Yahvé, para que se cumpliera la palabra que Yahvé había anunciado a Jeroboán, hijo de Nebat, por medio de Ajías de Siló). Viendo todo Israel que el rey no escuchaba, el pueblo devolvió la palabra al rey diciendo:
«¡No tenemos parte con David!
¡No tenemos herencia con el hijo de Jesé!
¡A tus tiendas, Israel!
¡Mira ahora por tu casa, David!»
Israel regresó a sus tiendas. Roboán reinó sobre aquellos israelitas que habitaban en las ciudades de Judá. El rey Roboán envió entonces a Adonirán, jefe de la leva, pero todo Israel lo apedreó hasta matarlo, y el rey Roboán se apresuró a subir a su carro para huir a Jerusalén. Israel se rebeló contra la casa de David, así hasta el día de hoy.
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