I Reyes 15, 16-22

Hubo guerras incesantes entre Asá y Basá, rey de Israel. Basá, rey de Israel, subió contra Judá y fortificó Ramá, para impedir las idas y venidas de Asá, rey de Judá. Entonces Asá tomó toda la plata y el oro que quedaban en los tesoros del templo de Yahvé y del palacio real, lo confió a sus servidores y lo envió a Ben Hadad, hijo de Tabrimón, hijo de Jezión, rey de Aram, que habitaba en Damasco, con el mensaje: «Existe una alianza entre tú y yo, entre mi padre y tu padre. Te envío un presente de plata y oro. Ve, rompe tu alianza con Basá, rey de Israel, para que se aleje de mí.» Ben Hadad atendió la petición del rey Asá y envió a los jefes de su ejército contra las ciudades de Israel, atacando a Iyón, Dan y Abel Bet Maacá, todo el Quinerot y todo el país de Neftalí. Cuando se enteró Basá, suspendió las obras de Ramá y permaneció en Tirsá. El rey Asá convocó a todo Judá sin excepción. Se llevaron la piedra y la madera con las que Basá fortificaba Ramá. Con ellas el rey Asá fortificó Gueba de Benjamín y Mispá.
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