I Reyes 8, 62-66


Sacrificios en la fiesta de la Dedicación.
El rey, y todo Israel con él, ofrecieron sacrificios ante Yahvé. Salomón sacrificó, como sacrificios de comunión en honor de Yahvé, veintidós mil bueyes y ciento veinte mil ovejas. De este modo el rey y todos los hijos de Israel dedicaron el templo de Yahvé. Aquel día consagró el rey el atrio interior que está delante del templo de Yahvé, ofreciendo allí el holocausto, la oblación y las grasas de los sacrificios de comunión, pues el altar de bronce que estaba ante Yahvé era demasiado reducido para contener el holocausto, la oblación y las grasas de los sacrificios de comunión. En aquella ocasión Salomón celebró la fiesta. Todo Israel estaba con él, una asamblea inmensa, desde la entrada de Jamat hasta el torrente de Egipto, ante Yahvé, nuestro Dios, en el templo que había construido. Comieron, bebieron e hicieron fiesta ante Yahvé, nuestro Dios, durante siete días. El día octavo despidió al pueblo. Bendijeron al rey y regresaron a sus tiendas, gozosos y felices por todos los beneficios que Yahvé había hecho a su siervo David y a su pueblo Israel.
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