II Corintios 2, 5-8

Pues si alguien me ha causado tristeza, no es a mí solo a quien se la ha causado; sino en cierto sentido —para no exagerar— a todos vosotros. Bastante es para ese tal el castigo infligido por la mayoría; por lo que es mejor que le perdonéis más bien, y le animéis no sea que se hunda en una excesiva tristeza. Os suplico, pues, que hagáis prevalecer la caridad para con él.
Ver contexto