II Corintios 7, 5-7


Pablo en Macedonia, donde le encuentra Tito.
Efectivamente, en llegando a Macedonia, no tuvo sosiego nuestra carne, sino toda suerte de tribulaciones: por fuera, luchas; por dentro, temores. Pero el Dios que consuela a los abatidos, nos consoló con la llegada de Tito, y no sólo con su llegada, sino también con el consuelo que le habíais proporcionado, comunicándonos vuestra añoranza, vuestro pesar, vuestro afán por mí, hasta el punto de colmarme de alegría.
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