II Crónicas  18, 28-34


El combate. Intervención de un profeta.
El rey de Israel y Josafat, rey de Judá, subieron contra Ramot de Galaad. El rey de Israel dijo a Josafat: «Yo voy a disfrazarme para entrar en combate. Pero tú ponte tus vestiduras.» El rey de Israel se disfrazó, y así entraron en combate. Ahora bien, el rey de Aram había ordenado a los jefes de sus carros: «No ataquéis ni a chicos ni a grandes, sino tan sólo al rey de Israel.» Cuando los jefes de los carros vieron a Josafat, dijeron: «Seguro que éste es el rey de Israel», y le rodearon para cargar sobre él. Pero Josafat dio el grito y Yahvé lo socorrió, alejándolos Dios de él. Viendo los jefes de los carros que no era el rey de Israel, dieron vuelta en su persecución.
Entonces un hombre disparó su arco al azar e hirió al rey de Israel por entre las placas de la coraza; el rey dijo al auriga: «Da vuelta a los caballos y sácame de la batalla, porque me siento mal.» Aquel día el combate se prolongó y el rey de Israel tuvo que ser sostenido en pie en su carro frente a los arameos hasta la tarde; y a la caída del sol murió.
Ver contexto