II Crónicas  3, 1-7

Empezó, pues, Salomón a edificar el templo de Yahvé en Jerusalén, en el monte Moria, donde Dios se había manifestado a su padre David, en el lugar donde David había hecho los preparativos, en la era de Ornán el jebuseo. Dio comienzo a las obras el segundo mes del año cuarto de su reinado. Éste es el plano sobre el que Salomón edificó el templo de Dios: sesenta codos de longitud, en codos de medida antigua, y veinte codos de anchura. El vestíbulo que estaba delante de la nave del templo tenía una longitud de veinte codos, correspondiente al ancho del templo, y una altura de ciento veinte. Salomón lo recubrió por dentro de oro puro. Revistió la Sala Grande de madera de ciprés y la recubrió de oro fino, haciendo esculpir en ella palmas y cadenillas. Para adornar el templo lo revistió también de piedras preciosas; el oro era oro de Parváin. Recubrió de oro el templo, las vigas, los umbrales, sus paredes y sus puertas, y esculpió querubines sobre las paredes.
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