II Crónicas  30, 7-8

No seáis como vuestros padres y vuestros hermanos, que fueron infieles a Yahvé, el Dios de sus padres; por lo cual él los entregó a la desolación, como estáis viendo. Ahora, no endurezcáis vuestra cerviz como vuestros padres; dad la mano a Yahvé, venid a su santuario, que él ha santificado para siempre; servid a Yahvé, vuestro Dios, y se apartará de vosotros el furor de su ira.
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