II Crónicas  7, 4-10

Luego el rey y todo el pueblo ofrecieron sacrificios ante Yahvé. El rey Salomón ofreció en sacrificio 22.000 bueyes y 120.000 ovejas. De este modo el rey y todos los israelitas dedicaron el templo de Yahvé. Los sacerdotes atendían a su ministerio, mientras los levitas glorificaban a Yahvé con los instrumentos que el rey David fabricó para acompañar los cánticos de Yahvé, «porque es eterna su misericordia», ejecutando los cánticos compuestos por David. Los sacerdotes estaban delante de ellos tocando las trompetas, y todo Israel se mantenía en pie.
Salomón consagró el interior del patio que está delante del templo de Yahvé, ofreciendo allí los holocaustos y las grasas de los sacrificios de comunión, pues el altar de bronce que había hecho Salomón era demasiado reducido para contener el holocausto, la comunión y las grasas. En aquella ocasión Salomón celebró la fiesta durante siete días. Todo Israel estaba con él, una asamblea inmensa, desde la entrada de Jamat hasta el torrente de Egipto. El día octavo tuvo lugar la asamblea solemne, pues habían hecho la dedicación del altar por siete días, de manera que la fiesta duró siete días. El día veintitrés del mes séptimo, Salomón envió al pueblo a sus tiendas, gozosos y felices por todos los beneficios que Yahvé había hecho a David, a Salomón y a su pueblo Israel.
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