II Macabeos 1, 29-35

Planta a tu pueblo en tu lugar santo, como dijo Moisés.»
Los sacerdotes salmodiaban los himnos. Cuando fue consumido el sacrificio, Nehemías mandó derramar el líquido sobrante sobre unas grandes piedras. Hecho esto, se encendió una llamarada que quedó absorbida por el mayor resplandor que brillaba en el altar. Cuando el hecho se divulgó y se refirió al rey de los persas que en el lugar donde los sacerdotes deportados habían escondido el fuego había aparecido aquel líquido con el que habían santificado las ofrendas del sacrificio Nehemías y sus compañeros, el rey, después de verificar tal hecho, mandó alzar una cerca haciendo sagrado el lugar. El rey recogía grandes sumas y las repartía a quienes quería hacer favores.
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