II Macabeos 10, 32-38

El mismo Timoteo se refugió en una fortaleza, muy bien guardada, llamada Gázara, cuyo estratega era Quereas. Las tropas de Macabeo, alborozadas, asediaron la ciudadela durante cuatro días. Los de dentro, confiados en lo seguro de la posición, blasfemaban sin cesar y proferían palabras impías. Amanecido el quinto día, veinte jóvenes de las tropas de Macabeo, encendidos en furor a causa de las blasfemias, se lanzaron valientemente contra la muralla y, con fiera bravura, herían a cuantos se ponían delante. Otros subieron igualmente por el lado opuesto contra los de dentro, prendieron fuego a las torres y, encendiendo hogueras, quemaron vivos a los blasfemos. Aquéllos, entretanto, rompían las puertas y, tras abrir paso al resto del ejército, se apoderaron de la ciudad. Mataron a Timoteo, que estaba escondido en una cisterna, así como a su hermano Quereas y a Apolófanes. Al término de estas proezas, con himnos y alabanzas bendecían al Señor, que hacía grandes beneficios a Israel y a ellos les daba la victoria.
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