II Macabeos 12, 1-9


Acontecimientos de Jope y Yamnia.
Una vez terminados estos tratados, Lisias se volvió junto al rey, mientras los judíos se entregaban a las labores del campo. Pero algunos de los estrategas en plaza, Timoteo y Apolonio, hijo de Geneo, y también Jerónimo y Demofón, además de Nicanor, el Chipriarca, no les dejaban vivir en paz ni disfrutar de sosiego.
Los habitantes de Jope, por su parte, perpetraron la enorme impiedad que sigue: invitaron a los judíos que vivían con ellos a subir con mujeres y niños a las embarcaciones que habían preparado, como si no guardaran contra ellos ninguna enemistad. Conforme a la común decisión de la ciudad, aceptaron los judíos, por mostrar sus deseos de vivir en paz y que no tenían el menor recelo; pero, cuando se hallaban en alta mar, los echaron al fondo, en número no inferior a doscientos.
Cuando Judas se enteró de la crueldad cometida con sus compatriotas, se lo anunció a sus hombres; y después de invocar a Dios, el justo juez, se puso en camino contra los asesinos de sus hermanos, incendió por la noche el puerto, quemó las embarcaciones y pasó a cuchillo a los que se habían refugiado allí. Al encontrar cerrada la plaza, se retiró con la intención de volver de nuevo y exterminar por completo a la población de Jope. Enterado de que también los de Yamnia querían actuar de la misma forma con los judíos que allí habitaban, atacó también de noche a los yamnitas e incendió el puerto y la flota, de modo que el resplandor de las llamas se veía hasta en Jerusalén y eso que había doscientos cuarenta estadios de distancia.
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