II Macabeos 5, 11-16

Cuando llegaron al rey noticias de lo sucedido, sacó la conclusión de que Judea se separaba; por eso regresó de Egipto, rabioso como una fiera, tomó la ciudad por las armas y ordenó a los soldados que hirieran sin compasión a los que encontraran y que mataran a los que subiesen a los terrados de las casas. Perecieron jóvenes y ancianos; fueron asesinados muchachos, mujeres y niños, y degollaron a doncellas y niños de pecho. En sólo tres días perecieron ochenta mil personas, cuarenta mil en la refriega y otros, en número no menor que el de las víctimas, fueron vendidos como esclavos.

Saqueo del templo.
Antíoco, no contento con esto, se atrevió a penetrar en el templo más santo de toda la tierra, llevando como guía a Menelao, el traidor a las leyes y a la patria. Con sus manos impuras tomó los vasos sagrados y arrebató con sus manos profanas las ofrendas presentadas por otros reyes para acrecentamiento de la gloria y honra del Lugar.
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