II Macabeos 5, 16-20

Con sus manos impuras tomó los vasos sagrados y arrebató con sus manos profanas las ofrendas presentadas por otros reyes para acrecentamiento de la gloria y honra del Lugar.
Antíoco estaba engreído en su pensamiento, sin considerar que el Soberano estaba irritado por poco tiempo a causa de los pecados de los habitantes de la ciudad y por eso desviaba su mirada del Lugar. Pero de no haberse dejado arrastrar ellos por los muchos pecados, el mismo Antíoco, como Heliodoro, el enviado por el rey Seleuco para inspeccionar el Tesoro, al ser azotado nada más llegar, habría renunciado a su osadía. Pero el Señor no ha elegido a la nación por el Lugar, sino el Lugar por la nación. Por esto, también el mismo Lugar, después de haber participado de las desgracias acaecidas a la nación, ha tenido luego parte en sus beneficios; y el que había sido abandonado en tiempo de la cólera del Todopoderoso, de nuevo en tiempo de la reconciliación del gran Soberano ha sido restaurado con toda su gloria.
Ver contexto