II Macabeos 7, 9-14

Al llegar a su último suspiro dijo: «Tú, criminal, nos privas de la vida presente, pero el Rey del mundo, a nosotros que morimos por sus leyes, nos resucitará a una vida eterna.»
Después de éste, fue castigado el tercero; en cuanto se lo pidieron, presentó la lengua, tendió decidido las manos (y dijo con valentía: «Por don del Cielo poseo estos miembros, por sus leyes los desdeño y de Él espero recibirlos de nuevo).» Hasta el punto de que el rey y sus acompañantes estaban sorprendidos del ánimo de aquel muchacho, que en nada temía los dolores.
Llegado éste a su tránsito, maltrataron de igual modo con suplicios al cuarto. Cerca ya del fin decía así: «Es preferible morir a manos de hombres con la esperanza que Dios otorga de ser resucitados de nuevo por él; para ti, en cambio, no habrá resurrección a la vida.»
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