II Macabeos 8, 1-7


V. Victoria del Judaísmo.

Muerte del perseguidor y purificación del templo
Las guerrillas de Judas Macabeo.
Judas, llamado también Macabeo, y sus compañeros entraban sigilosamente en los pueblos, llamaban a sus hermanos de raza y, acogiendo a los que permanecían fieles al Judaísmo, llegaron a reunir seis mil hombres. Rogaban al Señor que mirase por aquel pueblo que todos pisoteaban; que tuviese piedad del santuario profanado por los hombres impíos; que se compadeciese de la ciudad destruida y a punto de ser arrasada, y que escuchase las voces de la sangre que clamaba a él; que se acordase de la inicua matanza de niños inocentes y de las blasfemias proferidas contra su nombre, y que mostrase su odio al mal.
Macabeo, con su tropa organizada, fue ya invencible para los paganos, al haberse cambiado en misericordia la cólera del Señor. Llegando de improviso, incendiaba ciudades y pueblos; después de ocupar las posiciones estratégicas, causaba al enemigo grandes pérdidas. Prefería la noche como aliada para tales incursiones. La fama de su valor se extendía por todas partes.
Ver contexto