II Macabeos 8, 23-29

Además mandó a Esdrías que leyera el libro sagrado; luego, dando como consigna «Auxilio de Dios», él mismo al frente del primer cuerpo trabó combate con Nicanor. Al ponerse el Todopoderoso de su parte en la lucha, dieron muerte a más de nueve mil enemigos, hirieron y mutilaron a la mayor parte del ejército de Nicanor, y a todos los demás los pusieron en fuga. Se apoderaron del dinero de los que habían venido a comprarlos. Después de haberlos perseguido bastante tiempo, se volvieron, obligados por la hora, pues era víspera del sábado, y por esta causa no continuaron en su persecución. Una vez que hubieron amontonado las armas y recogido los despojos de los enemigos, comenzaron la celebración del sábado, desbordándose en bendiciones y alabanzas al Señor, que en aquel día les había salvado, estableciendo el comienzo de su misericordia. Al acabar el sábado, dieron una parte del botín a los que habían sufrido la persecución, así como a las viudas y huérfanos; ellos y sus hijos se repartieron el resto. Hecho esto, en rogativa pública rogaron al Señor misericordioso que se reconciliara del todo con sus siervos.
Ver contexto