II Reyes  11, 18-20

El pueblo todo de la tierra acudió al templo de Baal. Lo derribaron, hicieron pedazos sus altares e imágenes, y a Matán, sacerdote de Baal, lo mataron frente a los altares.
El sacerdote puso centinelas en el templo de Yahvé. Tomó luego a los centuriones, a los carios, a la guardia y a todo el pueblo del país. Escoltaron al rey desde el templo de Yahvé al palacio real, haciendo entrada por la puerta de la guardia, y lo entronizaron en el trono de los reyes. Todo el pueblo del país exultaba de júbilo y la ciudad quedó tranquila. En cuanto a Atalía, había muerto a espada en el palacio real.
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