II Reyes  16, 10-16

Cuando el rey Ajaz fue a Damasco a recibir a Teglatfalasar, rey de Asiria, y vio el altar que había en Damasco, envió al sacerdote Urías un modelo del altar y un proyecto para su reproducción. El sacerdote Urías construyó el altar conforme a las instrucciones enviadas por el rey Ajaz desde Damasco; (de esta forma el sacerdote Urías construyó el altar, antes incluso de que el rey Ajaz regresara de Damasco). Cuando, a su regreso de Damasco, el rey vio el altar, se acercó y subió al altar, quemó su holocausto y su ofrenda y vertió su libación sobre el altar, que asperjó con la sangre de los sacrificios de comunión. Respecto al altar de bronce que estaba ante Yahvé, lo retiró de su lugar delante del templo, entre el (nuevo) altar y el templo de Yahvé, y lo instaló al lado norte del (nuevo) altar. Después el rey Ajaz ordenó al sacerdote Urías: «Sobre este gran altar quemarás el holocausto de la mañana y la ofrenda de la tarde, el holocausto y la ofrenda del rey, el holocausto, la ofrenda y las libaciones de todo el pueblo del país. Aspergerás (el altar) con la sangre de todos los holocaustos y la sangre de todos los sacrificios. En cuanto al altar de bronce, yo decidiré.» El sacerdote Urías hizo cuanto el rey Ajaz le había ordenado.
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