II Reyes  19, 20-28


Intervención de Isaías.
Isaías, hijo de Amós, envió a Ezequías este mensaje: «Así dice Yahvé, Dios de Israel: He escuchado tu plegaria acerca de Senaquerib, rey de Asiria. Éste es el oráculo que Yahvé pronuncia contra él:
«Te desprecia, se burla de ti,
la doncella Sión,
menea la cabeza a tu espalda
la dama Jerusalén.
¿A quién has insultado y ultrajado?
¿Contra quién has alzado la voz
y lanzado miradas altivas?
Contra el Santo de Israel.
A través de tus mensajeros has insultado a mi Señor.
Has pensado: “Con mis carros numerosos
he subido a las cumbres de las montañas,
a los extremos inaccesibles del Líbano,
he talado los cedros más altos,
los cipreses más escogidos,
he alcanzado el pico más elevado,
la espesura más densa.
Yo extraje y bebí aguas extranjeras,
con la planta de mis pies
sequé los canales todos de Egipto”.
¿No has oído? Desde lejos lo planeé,
de antiguo lo preparé,
y ahora, lo cumplo.
A ti el reducir a montaña de ruinas
las ciudades amuralladas.
Sus habitantes, manicortos,
confusos y aterrados,
eran hierba del campo, verde heno,
musgo de azotea
abrasado por el viento del este.
Conozco tu estar, tu ir y tu venir
(y tu estallar de rabia contra mí),
porque has estallado de rabia contra mí,
y tu alboroto ha llegado a mis oídos.
Te pondré mi argolla en la nariz
y mi freno en el hocico,
y te haré volver por el camino
por el que has venido.
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