II Reyes  19, 9-19

Pero (el rey de Asiria) recibió esta noticia: «Tirhacá, rey de Cus, ha partido en campaña contra ti.»
Carta de Senaquerib a Ezequías.
Entonces envió de nuevo mensajeros a Ezequías, diciendo: «Así hablaréis a Ezequías, rey de Judá: Que tu Dios, en el que confías, no te engañe, diciendo: “Jerusalén no será entregada en manos del rey de Asiria”. Tú mismo has oído cómo los reyes de Asiria han tratado a todos los países, entregándolos al anatema, ¿y vas tú a librarte? ¿Salvaron acaso los dioses de las naciones a Gozán, a Jarán, a Résef y a los habitantes de Eden en Tel Basar, que mis antepasados habían aniquilado? ¿Dónde está el rey de Jamat?, ¿y el rey de Arpad?, ¿y los reyes de Laír, de Sefarváin, de Hená y de Avá?»
Ezequías tomó la carta de manos de los mensajeros y la leyó. Luego subió al templo de Yahvé y Ezequías abrió el rollo de carta ante Yahvé. Ezequías elevó esta plegaria ante Yahvé: «Yahvé, Dios de Israel, entronizado sobre los Querubines, tú sólo eres el Dios para todos los reinos de la tierra. Tú hiciste los cielos y la tierra. ¡Inclina tu oído, Yahvé, y escucha; abre tus ojos, Yahvé, y mira! Escucha las palabras de Senaquerib, enviadas para insulto del Dios vivo. Es verdad, Yahvé, los reyes de Asiria han exterminado las naciones, han arrojado sus dioses al fuego y los han destruido, pero no eran dioses, sino hechuras de mano de hombre, de madera y de piedra. Pero ahora, Yahvé, Dios nuestro, líbranos de sus manos, sepan todos los reinos de la tierra que sólo tú eres Yahvé Dios.»
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