II Reyes  2, 1-18


VI. El ciclo de Eliseo
1. LOS COMIENZOS
Elías arrebatado al cielo.
Esto es lo que sucedió cuando Yahvé arrebató a Elías en la tempestad hacia el cielo. Elías y Eliseo partieron de Guilgal. Elías dijo a Eliseo: «Quédate aquí, pues Yahvé me envía a Betel.» Eliseo dijo: «¡Por el Dios vivo y por tu propia vida, yo no te dejaré!» Y bajaron a Betel. Los discípulos de los profetas que había en Betel salieron al encuentro de Eliseo y le dijeron: «¿Sabes que Yahvé va hoy a arrebatar a tu señor por encima de tu cabeza?» Respondió: «Ya lo sé yo también. ¡Callad!» Elías le dijo: «Eliseo, quédate aquí, porque Yahvé me envía a Jericó.» Pero él respondió: «¡Por el Dios vivo y por tu propia vida, yo no te dejaré!». Y llegaron a Jericó. Los discípulos de los profetas que había en Jericó se acercaron a Eliseo y le dijeron: «¿Sabes que Yahvé va hoy a arrebatar a tu señor por encima de tu cabeza?» Respondió: «Ya lo sé yo también. ¡Callad!» Elías le dijo: «Quédate aquí, porque Yahvé me envía al Jordán.» Respondió: «¡Por el Dios vivo y por tu propia vida, yo no te dejaré!» Y los dos continuaron caminando.
Cincuenta hombres de los discípulos de los profetas iban también de camino y se pararon frente (al Jordán), a cierta distancia de Elías y Eliseo, que se detuvieron al lado del Jordán. Elías se quitó el manto, lo enrolló y golpeó con él las aguas, que se separaron a un lado y a otro y ambos pasaron sobre terreno seco. Mientras pasaban, Elías dijo a Eliseo: «Pídeme lo que quieras que haga por ti antes de que sea arrebatado de tu lado.» Eliseo respondió: «Que pasen a mí dos tercios de tu espíritu.» Replicó: «Pides algo difícil; si alcanzas a verme cuando sea arrebatado de tu lado, entonces pasará a ti; si no, no pasará.» Iban caminando y hablando, y de pronto un carro de fuego con caballos de fuego los separó a uno del otro. Elías subió al cielo en la tempestad. Eliseo lo veía y clamaba: «¡Padre mío, padre mío! ¡Carros y caballería de Israel!» Cuando dejó de verlo, agarró sus vestidos y los desgarró en dos. Recogió el manto que había caído de las espaldas de Elías, volvió al Jordán y se detuvo a la orilla.
Tomó el manto que había caído de las espaldas de Elías y golpeó las aguas, pero éstas no se separaron. Dijo entonces: «¿Dónde está Yahvé, el Dios de Elías?» Golpeó otra vez las aguas, que se separaron a un lado y a otro, y Eliseo pasó sobre terreno seco. Cuando los discípulos de los profetas lo vieron venir hacia ellos, dijeron: «El espíritu de Elías se ha posado sobre Eliseo.» Fueron a su encuentro, se postraron en tierra ante él, y le dijeron: «Tus siervos cuentan con cincuenta hombres de guerra. Deja que marchen y busquen a tu señor. Tal vez el espíritu de Yahvé se lo ha llevado y lo ha arrojado sobre alguna montaña o algún valle.» Él dijo: «No enviéis a nadie.» Pero tanto le insistieron que exclamó abochornado: «Enviadlos.» Ellos enviaron cincuenta hombres que estuvieron tres días buscándolo, pero no lo encontraron. Cuando volvieron a Eliseo, que se había quedado en Jericó, les dijo: «¿No os ordené: “No vayáis”?»
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