II Reyes  20, 4-11

Antes de que Isaías abandonara el patio central, le llegó la palabra de Yahvé en estos términos: «Vuelve y di a Ezequías, jefe de mi pueblo: Así habla Yahvé, el Dios de tu padre David: He escuchado tu plegaria y he visto tus lágrimas. Voy a curarte; al tercer día subirás al templo de Yahvé. Añadiré otros quince años a tu vida. Te libraré además, a ti y a esta ciudad, de la mano del rey de Asiria, y, por mi honor y el de David, mi siervo, extenderé mi protección sobre esta ciudad.»
Isaías dijo entonces: «Traed una torta de higos.» La trajeron, la aplicaron sobre la úlcera y quedó sano.
Ezequías dijo a Isaías: «¿Cuál será la señal de que Yahvé me va a curar y de que al tercer día subiré al templo de Yahvé?» Isaías respondió: «Ésta es la señal que Yahvé te envía de que cumplirá lo prometido: ¿Avanzará o retrocederá la sombra diez gradas?» Ezequías dijo: «Es fácil que la sombra se alargue diez gradas, pero no que retroceda diez gradas.» El profeta Isaías invocó a Yahvé y Yahvé hizo que la sombra retrocediera las diez gradas que había recorrido en las escalinatas de Ajaz.
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