II Reyes  21, 1-18


2. DOS REYES IMPÍOS
Reinado de Manasés en Judá (687-642).
Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar, y reinó cincuenta y cinco años en Jerusalén. Su madre se llamaba Jefsí Baj. Hizo lo malo a los ojos de Yahvé según la costumbre abominable de las naciones que Yahvé había expulsado ante los israelitas. Reconstruyó los santuarios que su padre Ezequías había destruido; erigió altares dedicados a Baal y fabricó un cipo sagrado como había hecho Ajab, rey de Israel. Se postraba ante todo el ejército de los cielos al que rendía culto, y construyó altares en el templo de Yahvé, del que Yahvé había dicho: «En Jerusalén estableceré mi Nombre.»
Construyó altares a todo el ejército de los cielos en los dos patios del templo de Yahvé. Arrojó su hijo a la pira de fuego; practicó la adivinación y la magia, consultó a adivinos y nigromantes; se excedió en hacer lo malo a los ojos de Yahvé, provocando su cólera. Fabricó la imagen esculpida de Aserá y la instaló en el templo del que Yahvé había dicho a David y a Salomón, su hijo: «En este templo y en Jerusalén, que he elegido entre todas las tribus de Israel, estableceré mi Nombre para siempre. No volveré a hacer que Israel vague errante fuera de la tierra que di a sus padres, a condición de que se comprometan a actuar conforme a todo lo que les he mandado y a la Doctrina toda que mi siervo Moisés les mandó.» Pero ellos no obedecieron y Manasés los extravió hasta el punto de actuar peor que las naciones que Yahvé había eliminado ante los israelitas.
Yahvé habló por boca de sus siervos, los profetas, diciendo: «Manasés, rey de Judá, ha hecho estos actos abominables, superando todo el mal que cometieron los amorreos antes de él y provocando que también Judá pecase con sus ídolos. Por eso, así habla Yahvé, Dios de Israel: Voy a acarrear tal desgracia sobre Jerusalén y Judá que a quienes lo oigan les zumbarán los oídos. Aplicaré a Jerusalén la misma medida que a Samaría y los mismos pesos que a la casa de Ajab; fregaré a Jerusalén como se friega un plato y se le deja cara abajo. Arrojaré el resto de mi heredad y los entregaré en manos de sus enemigos; serán presa y botín de todos sus enemigos, porque hicieron lo malo a mis ojos y me irritaron desde el día en que sus padres salieron de Egipto hasta este día.»
Manasés derramó tanta sangre inocente que inundó Jerusalén de punta a punta, aparte del pecado que hizo cometer a Judá, haciendo lo que es malo a los ojos de Yahvé.
El resto de los hechos de Manasés, todo cuanto hizo, los pecados que cometió, ¿no está escrito en el Libro de los Anales de los reyes de Judá? Manasés reposó con sus padres y lo enterraron en el jardín de su palacio, en el jardín de Uzá, y su hijo, Amón, reinó en su lugar.
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