II Reyes  9, 1-13


5. HISTORIA DE JEHÚ
Un discípulo de Eliseo unge rey a Jehú.
El profeta Eliseo llamó a uno de los discípulos de los profetas y le dijo: «Ciñe tu cintura, toma en tu mano este frasco de aceite y ve a Ramot de Galaad. Cuando llegues allí, ve a ver a Jehú, hijo de Josafat, hijo de Nimsí. Entras, logras que se levante de entre sus camaradas y lo llevas a una habitación interior. Entonces tomas el frasco de aceite y lo derramas sobre su cabeza diciendo: “Así dice Yahvé: Te unjo rey de Israel.” Luego abres la puerta y huyes sin dilación.»
El joven, el siervo del profeta, marchó a Ramot de Galaad. Cuando llegó, los jefes del ejército estaban sentados y dijo: «Jefe, tengo un mensaje para ti.» Jehú preguntó: «¿Para quién de nosotros?» Respondió: «Para ti, jefe.» Jehú se levantó y entró en la casa y (el discípulo) derramó el aceite sobre su cabeza y le dijo: «Así habla Yahvé, Dios de Israel: Te unjo rey del pueblo de Yahvé, de Israel. Derrotarás a la casa de Ajab, tu señor. Así vengaré sobre Jezabel la sangre de mis siervos los profetas y la sangre de todos los siervos de Yahvé. Perecerá toda la casa de Ajab y exterminaré a todos los varones de Ajab, libres o esclavos, en Israel. Dejaré la casa de Ajab como la casa de Jeroboán, hijo de Nebat, y como la casa de Basá, hijo de Ajías. Y a Jezabel la comerán los perros en el campo de Yizreel, sin que nadie la entierre.» Luego abrió la puerta y huyó.

Jehú es proclamado rey.
Jehú salió adonde los servidores de su señor, que le preguntaron: «¿Está todo bien? ¿A qué ha venido a ti ese loco?» Respondió: «Ya conocéis a ese hombre y sus desvaríos.» Dijeron: «Mentira. Infórmanos.» Replicó: «Me ha dicho esto y esto. Así dice Yahvé: Te unjo rey de Israel.» Cada uno se apresuró a tomar su manto y lo colocó a sus pies sobre el empedrado. Tocaron el cuerno y dieron el grito: «Jehú es rey.»
Ver contexto