II Samuel  6, 1-8


El arca en Jerusalén.
Reunió de nuevo David a todo lo mejor de Israel, treinta mil hombres. Se levantó David y partió con todo el pueblo que estaba con él a Baalá de Judá para subir desde allí el arca de Dios sobre la que se invoca un nombre, el nombre de Yahvé Sebaot que se sienta sobre los querubines. Cargaron el arca de Dios en una carreta nueva y la llevaron de la casa de Abinadab que está en la loma. Uzá y Ajió, hijos de Abinadab, conducían la carreta con el arca de Dios. Uzá caminaba al lado del arca de Dios y Ajió iba delante de ella. David y toda la casa de Israel bailaban delante de Yahvé con todas sus fuerzas, cantando con cítaras, arpas, adufes, sistros y cimbalillos. Al llegar a la era de Nacón, extendió Uzá la mano hacia el arca de Dios y la sujetó porque los bueyes amenazaban volcarla. Entonces la ira de Yahvé se encendió contra Uzá: allí mismo le hirió Dios por este atrevimiento y murió allí junto al arca de Dios. David se irritó porque Yahvé había irrumpido contra Uzá y se llamó aquel lugar Peres de Uzá hasta el día de hoy.
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