Apocalipsis  16, 1-9

Y oí una fuerte voz que desde el Santuario decía a los siete ángeles: «Id y derramad sobre la tierra las siete copas del furor de Dios.» El primero fue y derramó su copa sobre la tierra; y sobrevino una úlcera maligna y perniciosa a los hombres que llevaban la marca de la Bestia y adoraban su imagen. El segundo derramó su copa sobre el mar; y se convirtió en sangre como de muerto, y toda alma viviente murió en el mar. El tercero derramó su copa sobre los ríos y sobre los manantiales de agua; y se convirtieron en sangre. Y oí al ángel de las aguas que decía: «Justo eres tú, “Aquel que es y que era”, el Santo, pues has hecho así justicia: porque ellos derramaron la sangre de los santos y de los profetas y tú les has dado a beber sangre; lo tienen merecido.» Y oí al altar que decía: «Sí, Señor, Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos.» El cuarto derramó su copa sobre el sol; y le fue encomendado abrasar a los hombres con fuego, y los hombres fueron abrasados con un calor abrasador. No obstante, blasfemaron del nombre de Dios que tiene potestad sobre tales plagas, y no se arrepintieron dándole gloria.
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