Apocalipsis  18, 9-19


Lamentaciones por Babilonia.
Llorarán, harán duelo por ella los reyes de la tierra, los que con ella fornicaron y se dieron al lujo, cuando vean la humareda de sus llamas; se quedarán a distancia horrorizados ante su suplicio, y dirán:
«¡Ay, ay, la gran ciudad!
¡Babilonia, ciudad poderosa,
que en una hora ha llegado tu juicio!» Lloran y se lamentan por ella los mercaderes de la tierra, porque nadie compra ya sus cargamentos: cargamentos de oro y plata, piedras preciosas y perlas, lino y púrpura, seda y escarlata, toda clase de maderas olorosas y toda clase de objetos de marfil, toda clase de objetos de madera preciosa, de bronce, de hierro y de mármol; cinamomo, amomo, perfumes, mirra, incienso, vino, aceite, harina, trigo, bestias de carga, ovejas, caballos y carros; esclavos y mercancía humana. Y los frutos en sazón que codiciaba tu alma, se han alejado de ti; y toda magnificencia y esplendor se han terminado para ti, y nunca jamás aparecerán. Los mercaderes de estas cosas, los que a costa de ella se habían enriquecido, se quedarán a distancia horrorizados ante su suplicio, llorando y lamentándose: «¡Ay, ay, la gran ciudad,
vestida de lino, púrpura y escarlata,
resplandeciente de oro, piedras preciosas y perlas, que en una hora ha sido arruinada tanta riqueza!»
Todos los capitanes, oficiales de barco y los marineros, y cuantos se ocupan en trabajos del mar, se quedaron a distancia y gritaban al ver la humareda de sus llamas: «¿Quién como la gran ciudad?» Y echando polvo sobre sus cabezas, gritaban llorando y lamentándose:
«¡Ay, ay, la gran ciudad,
con cuya opulencia se enriquecieron
cuantos tenían las naves en el mar;
que en una hora ha sido asolada!»
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