Baruc 2, 16-31

Mira, Señor, desde tu santa morada y atiéndenos; inclina, Señor, tu oído y escucha; abre, Señor, tus ojos y mira que no son los muertos en la tumba, cuyos cuerpos quedaron sin vida, los que dan gloria y hacen justicia al Señor, sino los de ánimo colmado de aflicción, los que caminan encorvados y extenuados, los de ojos apagados y los de estómago hambriento, ésos son los que te dan gloria y hacen justicia, Señor.
No nos apoyamos en los méritos de nuestros antepasados y de nuestros reyes para presentarte nuestra súplica, Señor Dios nuestro. Porque has descargado tu furor y tu cólera sobre nosotros, como habías anunciado por medio de tus siervos, los profetas, diciendo: «Así dice el Señor: Doblegaos y servid al rey de Babilonia, para seguir habitando la tierra que di a vuestros antepasados. Pero si no escucháis la invitación del Señor a servir al rey de Babilonia, yo haré callar en las ciudades de Judá y en Jerusalén las canciones alegres y bulliciosas, las canciones de novios y de novias, y todo el país quedará convertido en un desierto deshabitado.» Pero nosotros no escuchamos tu invitación de servir al rey de Babilonia, y por eso has cumplido tus amenazas anunciadas por medio de tus siervos, los profetas: que los huesos de nuestros reyes y los huesos de nuestros antepasados serían sacados de sus sepulcros. Y, en efecto, ahí están expuestos al calor del día y al frío de la noche, pues murieron entre espantosos sufrimientos por hambre, espada y epidemia. Y el templo consagrado a tu nombre ha quedado reducido al estado en que hoy se encuentra, por culpa de la maldad de Israel y de Judá.
Sin embargo tú, Señor Dios nuestro, nos has tratado con toda tu equidad y misericordia, tal como dijiste por medio de tu siervo Moisés, cuando le ordenaste escribir tu Ley en presencia de los israelitas, diciendo: «Si no escucháis mi voz, esta inmensa multitud quedará reducida al mínimo en medio de las naciones a donde yo los dispersaré. Sé que no me escucharán, porque son un pueblo testarudo; pero en su destierro se convertirán de corazón y reconocerán que yo soy el Señor, su Dios. Entonces yo les daré un corazón y unos oídos atentos,
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