Baruc 4, 5-9


III. Quejas y esperanzas de Jerusalén
¡Ánimo, pueblo mío,
memoria de Israel!
Habéis sido vendidos a las naciones,
mas no para la destrucción.
Por haber desatado la cólera de Dios,
habéis sido entregados a los enemigos.
Pues habéis irritado a vuestro Creador,
ofreciendo sacrificios a los demonios y no a Dios.
Olvidasteis al Dios eterno que os alimentó
y afligisteis a Jerusalén que os crió.
Cuando ella vio caer sobre vosotros
el castigo de Dios, dijo:
Escuchad, vecinas de Sión,
Dios me ha enviado una gran pena.
Ver contexto