Deuteronomio  1, 19-46


Incredulidad en Cades.
Partimos, pues, del Horeb y atravesamos ese inmenso y temible desierto que habéis visto, camino de la montaña de los amorreos, como Yahvé nuestro Dios nos había mandado, y llegamos a Cades Barnea. Yo os dije: «Ya habéis llegado a la montaña de los amorreos que Yahvé nuestro Dios nos da. Mira: Yahvé tu Dios te ha puesto delante ese país. Sube a tomar posesión de él como te ha dicho Yahvé el Dios de tus padres; no tengas miedo ni te acobardes.» Pero todos vosotros os acercasteis a decirme: «Enviemos por delante hombres que exploren el país y nos den noticias sobre el camino por donde hemos de subir y sobre las ciudades en que podemos entrar.» Me pareció bien la propuesta y tomé de entre vosotros doce hombres, uno por tribu. Partieron y subieron a la montaña; llegaron hasta el Valle de Escol y lo exploraron. Tomaron en sus manos frutos del país, nos los trajeron, y nos informaron: «Buena tierra es la que Yahvé nuestro Dios nos da.» Pero vosotros os negasteis a subir; os rebelasteis contra la orden de Yahvé vuestro Dios, y os pusisteis a murmurar en vuestras tiendas: «Por el odio que nos tiene nos ha sacado Yahvé de Egipto, para entregarnos en manos de los amorreos y destruirnos. ¿Adónde vamos a subir? Nuestros hermanos nos han descorazonado al decir: Es un pueblo más numeroso y corpulento que nosotros, las ciudades son grandes y sus murallas llegan hasta el cielo. Y hasta anaquitas hemos visto allí.»
Yo os dije: «No os asustéis, no tengáis miedo de ellos. Yahvé vuestro Dios, que marcha al frente de vosotros, combatirá por vosotros, como visteis que lo hizo en Egipto, y en el desierto, donde has visto que Yahvé tu Dios te llevaba como un hombre lleva a su hijo, a lo largo de todo el camino que habéis recorrido hasta llegar a este lugar.» Pero aun así ninguno de vosotros confió en Yahvé vuestro Dios, que era el que os precedía en el camino y os buscaba lugar donde acampar, con el fuego durante la noche para alumbrar el camino que debíais seguir, y con la nube durante el día.

Instrucciones de Yahvé en Cades.
Oyó Yahvé vuestras palabras y se encolerizó y juró de esta manera: «Ni un solo hombre de esta generación perversa verá la tierra buena que yo juré dar a vuestros padres, excepto Caleb, hijo de Jefoné: él la verá, y yo le daré a él y a sus hijos la tierra que ha pisado, porque siguió cabalmente a Yahvé.» Por culpa vuestra Yahvé se irritó también contra mí y me dijo: «Tampoco tú entrarás allá. Será tu ayudante Josué, hijo de Nun, el que entrará. Dale ánimo, ya que él dará a Israel posesión de la tierra. Pero vuestros pequeños, de los que dijisteis que iban a servir de botín, vuestros hijos que no distinguen todavía el bien del mal, sí entrarán allá; a ellos se la daré, y ellos la poseerán. Y vosotros ahora, dad la vuelta y partid hacia el desierto por el camino del mar de Suf.»
Vosotros me respondisteis: «Hemos pecado contra Yahvé nuestro Dios. Subiremos y combatiremos como Yahvé nuestro Dios nos ha mandado.» Ceñisteis cada uno vuestras armas y creisteis fácil subir a la montaña. Pero Yahvé me dijo: «Diles: No subáis a combatir, porque no estoy yo en medio de vosotros, y así seréis derrotados por vuestros enemigos.» Yo os lo dije, pero vosotros no me escuchasteis; fuisteis rebeldes a la orden de Yahvé y tuvisteis la osadía de subir a la montaña. Los amorreos, habitantes de esa montaña, salieron a vuestro encuentro, os persiguieron como lo hubieran hecho las abejas, y os derrotaron desde Seír hasta Jormá. A vuestro regreso llorasteis ante Yahvé, pero Yahvé no escuchó vuestra voz ni os prestó oídos. Por eso tuvisteis que permanecer en Cades largo tiempo: todo ese tiempo que habéis estado allí.
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