Deuteronomio 15, 1-11
“
Cada siete años harás la remisión. En esto consiste la remisión: En que todo acreedor que ha hecho un préstamo a su prójimo, le haga remisión*; no apremiará a su prójimo ni a su hermano, porque se ha proclamado la remisión en honor de Yahvé. Podrás apremiar al extranjero, pero a tu hermano le condonarás todo lo que tenga tuyo. Sólo que no habrá ningún pobre entre los tuyos, porque Yahvé te bendecirá abundantemente en la tierra que Yahvé tu Dios va a darte en herencia para que la poseas. Pero sólo lo hará si escuchas de verdad la voz de Yahvé tu Dios, procurando poner en práctica todos estos mandamientos que yo te prescribo hoy. Porque Yahvé tu Dios te bendecirá, como te ha dicho: prestarás a naciones numerosas, pero tú no pedirás prestado; dominarás a naciones numerosas, pero a ti no te dominarán. Si hay junto a ti algún pobre de entre tus hermanos, en alguna de las ciudades de tu tierra que Yahvé tu Dios te va a dar, no endurezcas tu corazón ni cierres tu mano a tu hermano pobre; antes bien, le abrirás tu mano y le prestarás lo que necesite para remediar lo que le falta. Cuidado con abrigar en tu corazón estos perversos pensamientos: «Ya pronto llega el año séptimo, el año de la remisión», y ello te dé pie para ser tacaño con tu hermano pobre y no darle nada. Piensa que él se quejaría de ti a Yahvé y tú te cargarías con un pecado. Se lo has de dar, y no se entristecerá tu corazón por ello, que por esta acción te bendecirá Yahvé, tu Dios, en todas tus obras y en todas tus empresas. Seguramente no faltarán pobres en esta tierra; por eso te doy yo este mandamiento: Debes abrir tu mano a tu hermano, a aquél de los tuyos que es indigente y pobre en tu tierra. ”