Deuteronomio  17, 14-20


Los reyes.
Si, cuando hayas entrado en la tierra que Yahvé tu Dios te da, la hayas tomado en posesión y habites en ella, dices: «Querría poner un rey sobre mí como todas las naciones de alrededor», podrás poner sobre ti un rey, el que elija Yahvé tu Dios; de entre tus hermanos pondrás rey sobre ti; no podrás poner sobre ti a un extranjero, que no sea hermano tuyo.
Pero no ha de multiplicar sus caballos, ni hará volver al pueblo a Egipto para aumentar su caballería, porque Yahvé os ha dicho: «No volveréis a ir jamás por ese camino.» Que no multiplique sus mujeres, para que no se descarríe su corazón. Que su plata y su oro no los multiplique demasiado. Cuando suba al trono real, deberá escribir para su uso una copia de esta Ley, tomándola del libro de los sacerdotes levitas. La llevará consigo; la leerá todos los días de su vida para aprender a temer a Yahvé su Dios, observando todas las palabras de esta Ley y estos preceptos, para ponerlos en práctica. Así su corazón no se engreirá sobre sus hermanos y no se desviará de estos mandamientos ni a derecha ni a izquierda. Y así prolongará los días de su reino, él y sus hijos, en medio de Israel.
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