Deuteronomio  2, 1-9


De Cades al Arnón.
Luego nos volvimos y partimos hacia el desierto, por el camino del mar de Suf, como Yahvé me había mandado. Durante mucho tiempo anduvimos rodeando la montaña de Seír. Yahvé me dijo: «Ya habéis dado bastantes vueltas a esta montaña: dirigíos hacia el norte. Y da al pueblo esta orden: Vais a pasar por el territorio de vuestros hermanos, los hijos de Esaú, que habitan en Seír. Os tendrán miedo, pero tened mucho cuidado; no los ataquéis, porque yo no os daré nada de su tierra, ni lo de la planta del pie, ya que la montaña de Seír se la he dado en posesión a Esaú. La comida que comáis se la compraréis por dinero, y por dinero les compraréis también el agua que bebáis. Pues Yahvé tu Dios te ha bendecido en todas tus empresas: ha protegido tu marcha por este gran desierto, y hace ya cuarenta años que Yahvé tu Dios está contigo sin que te haya faltado nada.»
Pasamos, pues, al lado de nuestros hermanos, los hijos de Esaú que habitan en Seír, por el camino de la Arabá, de Elat y de Esión Guéber; después, cambiando de rumbo, tomamos el camino del desierto de Moab. Yahvé me dijo: «No ataques a Moab, no le provoques al combate, pues yo no te daré nada de su tierra, ya que Ar se la he dado en posesión a los hijos de Lot.
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