Deuteronomio  2, 30-35

Pero Sijón, rey de Jesbón, no quiso dejarnos pasar por allí, porque Yahvé tu Dios le había empedernido el espíritu y endurecido el corazón, a fin de sometértelo, como sigue todavía hoy. Yahvé me dijo: «Mira, voy a comenzar a entregarte a Sijón y su territorio; empieza la conquista, apodérate de su territorio.» Sijón salió a nuestro encuentro con toda su gente, y nos presentó batalla en Yahas. Yahvé nuestro Dios nos lo entregó y lo derrotamos a él, a sus hijos y a toda su gente. Nos apoderamos entonces de todas sus ciudades y consagramos al anatema toda ciudad: hombres, mujeres y niños, sin dejar superviviente. Sólo guardamos como botín el ganado y los despojos de las ciudades tomadas.
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