Deuteronomio  34, 7-9

Tenía Moisés ciento veinte años cuando murió: no se había apagado su ojo ni se había perdido su vigor. Los israelitas lloraron a Moisés treinta días en las Estepas de Moab, hasta que se cumplieron los días de llanto por el duelo de Moisés.
Josué, hijo de Nun, estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés le había impuesto las manos. Y le obedecieron los israelitas, cumpliendo la orden que Yahvé había dado a Moisés.
Ver contexto