Deuteronomio  8, 10-18

Comerás hasta hartarte y bendecirás a Yahvé tu Dios en esa tierra buena que te ha dado.
Guárdate de olvidar a Yahvé tu Dios descuidando sus mandamientos, normas y preceptos, que yo te prescribo hoy; no sea que, cuando comas y quedes harto, cuando construyas hermosas casas y vivas en ellas, cuando se multipliquen tus vacadas y tus ovejas, cuando tengas plata y oro en abundancia y se acrecienten todos tus bienes, tu corazón se engría y olvides a Yahvé tu Dios que te sacó del país de Egipto, de la casa de servidumbre; que te ha conducido a través de ese desierto grande y terrible entre serpientes abrasadoras y escorpiones, lugar de sed y sin agua, pero hizo brotar para ti agua de la roca más dura; que te alimentó en el desierto con el maná, que no habían conocido tus padres, a fin de humillarte y ponerte a prueba para al final hacerte feliz.
No digas en tu corazón: «Con mi propia fuerza y el poder de mi mano me he creado esta riqueza», sino acuérdate de Yahvé tu Dios, que es el que te da la fuerza para crear la riqueza, cumpliendo así la alianza que bajo juramento prometió a tus padres, como lo hace hoy.
Ver contexto