Deuteronomio  9, 25-29

Me postré, pues, ante Yahvé y estuve postrado esos cuarenta días y cuarenta noches, porque Yahvé había hablado de destruiros. Supliqué a Yahvé y dije: «Señor Yahvé, no destruyas a tu pueblo y a tu heredad, que tú rescataste con tu grandeza y que sacaste de Egipto con mano fuerte. Acuérdate de tus siervos Abrahán, Isaac y Jacob, y no tomes en cuenta la indocilidad de este pueblo, ni su maldad ni su pecado, para que no se diga en el país de donde nos sacaste: “Porque Yahvé no ha podido hacerlos entrar en la tierra que les había prometido, y por el odio que les tiene, los ha sacado para hacerlos morir en el desierto.” Pero ellos son tu pueblo y tu heredad, los que tú sacaste con tu gran fuerza y tu tenso brazo.»
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