Eclesiastés 12, 3-5

Cuando tiemblen los guardianes de la casa y se encorven los robustos,
se paren las que muelen, por ser ya pocas,
se queden a oscuras las que miran por las ventanas,
se cierren las puertas de la calle,
y se ahogue el son acompasado del molino;
cuando se debilite el canto del pájaro
y enmudezcan todas las canciones;
dará recelo la altura,
y habrá sustos en el camino.
Cuando florezca el almendro,
camine pesada la langosta,
y pierde su sabor la alcaparra;
y es que el hombre va a su eterna morada,
y ya circulan por la calle los del duelo.
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