Eclesiastés 4, 1-12


La vida social.
Me puse a considerar todas las violencias perpetradas bajo el sol:
vi llorar a los oprimidos, sin nadie que los consolase;
la violencia de sus verdugos, sin nadie que los vengase.
Felicité a los muertos que ya perecieron, más que a los vivos que aún viven.
Y más feliz que ambos el que aún no ha existido, pues no ha visto las barbaridades que se cometen bajo el sol.
He visto que todo afán y todo éxito en una obra excita la envidia de unos hacia otros. También esto es vanidad y atrapar vientos.
El necio se cruza de brazos,
y se consume a sí mismo.
Pero más vale un puñado con reposo
que dos puñados con fatiga
en atrapar vientos.
Observé otra vanidad bajo el sol: hay quien vive solo, sin sucesor, sin hijos ni hermano; su fatiga no tiene límites, y sus ojos no se hartan de riquezas: «¿Para quién me fatigo entonces y me privo de felicidad?»
También esto es vanidad y mal negocio.
Más valen dos que uno solo, pues obtienen mayor ganancia de su esfuerzo. Si uno cae, lo levantará su compañero; pero ¡ay del solo que cae!, que no tiene quien lo levante. Si dos se acuestan, se calientan entre sí; pero el que está solo, ¿cómo se calentará?
Si atacan a uno, los dos harán frente. La cuerda de tres hilos no es fácil de romper.
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