Eclesiastés 5, 1-6

Que no se precipiten tus labios ni se apresure tu corazón al pronunciar una palabra ante Dios. Dios está en el cielo, pero tú en la tierra: sean por tanto pocas tus palabras.
Las muchas preocupaciones
afloran en los sueños,
y en las muchas palabras
la voz del necio.
Si haces un voto a Dios, no tardes en cumplirlo, pues no le agradan los necios. El voto que has hecho, cúmplelo. Es mejor no hacer votos que hacerlos y no cumplirlos. No permitas que tu boca haga de ti un pecador, y luego digas ante el Mensajero que fue inadvertencia.¿Por qué dar a Dios la ocasión de irritarse contra ti y de arruinar lo que haces?
Cuantos más sueños,
más vanidades y palabrería.
Pero tú teme a Dios.
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